soy sgroya


Apareceré repentinamente en la fría ruta de
los caminantes.
Soy quien te mereces que sea, soy la Dama de las Nieves, la Diosa del Volcán, soy el
pecado y la absolución, soy tu destino, soy tu venganza y tu rencor, soy la
feminidad. Soy… Sgroya!!!!


viernes, 6 de abril de 2012

Cap. II - Nacimiento del Quinto


Los gritos eran ensordecedores, todas las estancias de la Torre Azul se inundaron con ese sonido estremecedor, mezcla de chillidos, gimoteos y llantos. De vez en cuando se alcanzaba a escuchar alguna expresión con sentido  –Sacadlo ya!, o – Me muero!- Donde está mi señor esposo?, - Dadme algo!.


- Por el fuego de los volcanes! Parece que estén degollando a una marrana, así no hay quien se concentre- había tapado el rostro de la hija pequeña de la cocinera con su propia falda, la tenia tumbada sobre la mesa con su no estrenado sexo al descubierto, deslizó su mano por la zona húmeda, pero no estaba húmeda, estaba seca, tan seca que le costó introducir la punta de su dedo grosero. Sabía que cuando estaba árido, el sexo era muy placentero. Estaba completamente desnudo. Cuando quiso introducir su pene en el interior de la todavía niña,  se dio cuenta que no alcanzaba. La escena se volvió cómica durante unos instantes cuando se alzó sobre sus puntas intentando elevarse hasta alcanzar la posición anatómica adecuada sin llegar a conseguirlo- Diosas! Porque me hacéis esto? – agarró con fuerza las piernas a su  virgen y la estiró enérgicamente allegándola hacia él. Ella gritó, la espalda le quedaba  justo en el borde de la mesa y le dolía.


 Cuando la tuvo a una altura acomodada  la penetró como un animal salvaje en celo.


Ella berreó descorazonadamente.


Los gritos procedentes de la otra sala de la torre se habían tornado ya en una extraña banda sonora de fondo- Sacadlo SACADLO!


Notó como le costaba adentrarse, era una sensación de lo más placentera. De repente, advirtió como la zona de contacto se humedecía, sacó su miembro lo miró y dijo - Felicidades, ya eres una mujer! - La sangre hizo que la siguiente introducción fuera mucho más fluida. Apenas había pasado un instante cuando su semilla se repartió en el interior de la ahora ya mujer. Se quedó un rato inmóvil sin salir de ella, su semblante era de éxtasis, labios ligeramente abiertos y húmedos por la saliva que no había sabido o querido controlar. Ella lloraba. Él pensó que era natural que estuviera conmocionada pues acababa de convertirse en mujer y eso siempre las emocionaba...


Cuando percibió el debilitamiento salió casi con la misma brusquedad e indiferencia con la que había entrado, se giró y se dirigió con paso zigzagueante hacia la parte del suelo donde yacían sus ropajes, los recogió de un zarpazo agachándose torpemente. Los puso sobre el sitial tapizado en azul celeste y se acercó a la palangana para refrescarse un poco.


Mientras sacudía ambas manos mojadas a la vez, se aproximó hacia la mesa pequeña situada al final de la estancia, justo  bajo la ventana. Cogió la copa de cobre en la que todavía quedaba algo del brebaje de vino que había estado tomando mientras alguien le buscaba una virgen en cuanto su esposa le apuntó vía  berridos descontrolados que estaba a punto de dar a luz. El parto se había adelantado varios deutenios y no había escogido novicia cuando repentinamente se iniciaron los acontecimientos.


Sorbió. Con la calurosa sensación del brebaje viajando a través de su garganta, alzó la mirada y oteó a través de la lumbrera.


Hacía un día espléndido, el sol brillaba sobre el valle como una bola enorme de fuego, la hierba reflejaba  la luz del astro convirtiendo su reflejo en una fuente de colores maravillosos en la que al agua sube pero nunca llega a caer, parecía como si el mismísimo sol las volviera a reclamar… se le antojó como algo mágico.


De repente, la expresión de su semblante esbozó una especie de representación de la danza del miedo, bajó la mirada hacia la mesita, rellenó la copa con el brebaje de vino procedente de las mejores cosechas de los dos mundos y el bimundo, la suya. Apuró de un trago todo el caldo. Cuando hubo acabado alzó la vista lentamente hacia el cielo. Lo estudió exhaustivamente para cerciorarse que ella no estaba allí. Suspiró, dejó la copa sobre la mesa y se dijo a sí mismo, - Tranquilo, no hay águila, no hay águila…




Un leve susurro lo apartó bruscamente de sus pensamientos- Todavía estás aquí?- se había olvidado de ella por completo- Que esperas? Quieres más?, Lárgate!- la joven, que se había quedado acurrucada llorando bajo la mesa que hacía unos instantes se había convertido en lecho y testimonio de su "gran día" se levantó con dificultad, caminó hasta la puerta y salió sin más.


- Señor, señor!- el Mayordomo Mayor entró en la sala y se acercó hacia él jadeante. Su rostro estaba completamente colorado, en la frente se intuían los remanentes de sudor medio disipado.


- Dime Jacquel, sólo uno verdad?- quiso aparentar absoluta impasibilidad hacia las posibles respuestas pero un escalofrío le recorrió todo el cuerpo.


Jacquel continuaba intentado recuperar el aliento forzando su respiración al máximo para ello,  - Sólo uno señor, un varón, otro varón, está usted bajo la protección de las diosas mi señor!!- Se agachó hasta posar sus manos en las rodillas. Sin duda se estaba haciendo mayor.


- Señor- Jadeó el mayordomo sin poder incorporarse- Ha sangrado?


- Como un manantial- ni siquiera giró la cabeza, continuaba mirando a través del ventanal.


-Bien, eso revela buena estrella – Jaquel dibujó una leve sonrisa con sus labios- Buena estrella para el cuarto de vuestra saga, el Cuarto de la Saga  Escudo.


- Si, el Cuarto de la Saga Escudo- dijo el señor del Escudo mientras se giraba para mirar al viejo mayordomo con expresión amarga- el nacimiento del cuarto.


- Si del Cuarto- asintió Jacquel.


El señor del Escudo se  volvió y prosiguió con  su minucioso estudio del cielo.


Jacquel se retiró de la sala cabizbajo y en completo silencio. Casi con solemnidad.


Ambos permanecieron pensativos. Ambos parecían apesadumbrados.


Ambos sabían que en realidad ese había sido el NACIMIENTO DEL QUINTO.

3 comentarios:

  1. Ya estamos deseando saber porqué ese cuarto en realidad es el quinto eh!!

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  2. Me gusta mucho! sigue contando por favor... a ratos me recuerda a Moby dick, o a todas esas crudas sagas medievales... pero parece que Sgroya es mas que eso! hablanos mas del quinto!

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