Finalmente se había dado por cumplido
el Lapso del Pesar, infernal tortura durante
la cual todo ciudadano, ciudadana, visitante, animal o cualquier otro ser vivo
con sentido del oído que se encontrara
entre los muros de la ciudad en el momento del fallecimiento del Rey, había sido
sometido obligatoriamente.
El Lapso
del Pesar fue instaurado por el Rey Broto Remwell el Deleznable tras la muerte de su padre el Rey Wellzin Remwell . Cuando
el Rey Pacífico, como se conocía a Wellzin, apodo designado por su propensión a
eludir guerras o cualquier otro acto violento, murió, el pueblo, que al parecer
tanto le amaba en vida, obvió el hecho que debían guardar un tiempo de luto por su
monarca fallecido. Según se describía en el Libro
de los Preferentes, los súbditos, huérfanos de soberano, debían orar once veces durante los cuarenta
deutenios consiguientes a la extinción implorando
a la Diosa Sgroya que viniera a por el
cuerpo del difunto y se lo llevara al Lago de Áramar, dónde permanecían los
grandes reyes rodeados por sus bellas hijas, las llamadas Diosas de los
Volcanes, hasta el ansiado momento del “Regreso”.
De las peticiones de sus súbditos
dependía el juicio de Sgroya. Pues decía
el Libro de los Preferentes, si un
dirigente no adquiere la suficiente admiración, confianza o temor, para que su
pueblo se obligue a orar por él durante la expiración, no es merecedor de
surcar por las tibias aguas de Lago Áramar.
Tan calmoso resultó el mandato del
Rey Pacífico, que su estimado pueblo no
le dedicó más de diez deutenios a sus
oraciones…
Su único hijo y heredero, por pleno
derecho sucesorio, al Trono del Último Mundo, el Rey Deleznable, en el
momento del fallecimiento de su padre era un muchacho poco atractivo, de corta
estatura, piernas torcidas, rostro infantil e inmaduro con demasía. Hizo
apología, como, a partir de entonces sucedería en tantas otras ocasiones
durante su, por fortuna, corto mandato,
de su desmesurada inseguridad y miedo a
… casi todo. Añadió pues algún matiz a
la llamada, en aquellos tiempos, Esencia Jaculatoria. Durante los cuarenta
deutenios posteriores al
fallecimiento del Soberano, repicarían las campanas de palacio, y, a su vez, las de las cuatro Sedes Sagradas existentes en Ciudad
Perla. Voltearían sin cesar, en la luz y la oscuridad, con lluvia o nieve, con
tristeza o alegría, pero resonarían para recordad a cada habitante su
obligación para con su recién monarca fallecido. Fue entonces cuando las Esencias Jaculatorias pasaron a
denominarse el Lapso del Pesar.
Hubo momentos en los que Brikary
pensaba que su razón se derramaba. A
pesar que su estancia privada, donde había compartido
lecho con su estimado esposo la misma oscuridad que este falleció, estaba bastante insonorizada, el dong de las campanas consiguió abordar
los rincones más recónditos de su cabeza. Sentía unas punzadas terribles en las
sienes. Los últimos diez deutenios, escoltada en todo momento por un irritante
dolor de cabeza, apenas salió del
dormitorio. Ordenó que le entraran la poca comida que consumiría durante ese Lapso del Pesar de su Rey muerto. Las muchachas de las aguas, aparecían cada
oscuridad para asistirla durante el baño, sólo cuando la Reyna lo indicaba venían
acompañadas por una muchacha deleitosa
para proporcionarle placer a Brikary durante el remojo. No escogía, le excitaba
jugar a conjeturar cuál de ellas vendría, cada una con sus artes, todas ellas muy
placenteras…
La última vez que se había ausentado
de su espaciosa y confortable estancia largo rato, fue durante una oscuridad y de
manera oculta… Acaecía por aquel entonces la treinta tercera oscuridad tras la extinción del Rey. La recién estrenada
viuda, sigilosa y camuflada, de la misma forma como Guía se escondía tras las
nubes hasta no poder ser vista, logró sortear a los guardias postrados ante las
puertas de sus dependencias y demás vigilantes que, como las setas en un bosque
húmedo, aparecían por cada rincón del enorme Palacio Real.
Atravesó el extenso corredor exterior, aumentando la velocidad cuando pasaba por los
agujeros que dejaban los grandes arcos que
formaban el muro que rodeaba el circular Patio
Central. Estaba iluminado por centenares de candiles, a su derecha uno
colgado en cada pilar entre arco y arco, a su izquierda, otros tantos situados
en el muro a la altura de lo que sería el centro de cada arcada. Estos últimos
proveían una preciosa iluminación durante las oscuridades, al jardín y la zona
de los santuarios situados en el Patio
Central.
Prosiguió con paso ligero y decidido.
Se dirigió a las cocinas, en el sótano. Todos los allí presentes, que no eran
demasiados a esas horas, la miraron
atónitos, era la primera vez que la veían en esa estancia. Todos hombres,
algunos de ellos estaban encendiendo los hornos y otros fregaban con desgana
grandes ollas.
A medida que Brikary pasaba por
delante de los sirvientes, éstos pausaban cualquier labor que estuvieran
realizando para obsequiar a la Reyna con una leve reverencia. Ninguno la miró
directamente a los ojos. Eso complació a la muchacha incluso más que las
reverencias << una reverencia es un gesto de cortesía, en cambio unos
ojos huidizos es señal de miedo o amor, pero en cualquier caso de
respeto>>, cuantas veces le habría oído decir aquellas palabras a su
padre.
No prestó demasiada atención a nada ni
a nadie en particular, pasó decidida, con su acostumbrado aire altivo. Cruzó toda la zona de las cocinas.
Salió por la pequeña puerta de acceso para cocineros y sirvientes.
Ya fuera, suspiró fuertemente como si le urgiera
tomar gran cantidad de aire para poder respirar. Lo expulsó por la boca
lentamente con los ojos cerrados. Cuando hubo recuperado el control se dirigió
hacia los establos.
Durante un instante se sintió una
intrusa en su propio hogar. Adelantaba con apresuramiento pero sin descuidar la
cautela. No debía ser vista por
demasiada gente. La tensión le resultaba extrañamente agradable. La posibilidad de que alguien pudiera descubrirla se convirtió en un alentador
estímulo.
Cuando llegó a las caballerizas se
percató que el escuálido sirviente al que le había encomendado preparar su hermosa
yegua, no le había obedecido <<
haré que lo azoten hasta que pierda la conciencia, no, lo azotaré yo
misma!!>>.
Una vez recuperada del sentimiento de
contrariedad, al que no estaba nada acostumbrada, se volteó sobre sí misma, divisó
el corroído tablero donde reposaban las sillas de montar. Pellizcó el vestido
con ambas manos por los lados y se aproximó apresuradamente. Tras un rápido
estudio localizó una silla que le sonaba haber utilizado en alguna que otra ocasión.
La cogió con gran esfuerzo << Por
Sgroya, como pesa!>>. A tenor de la dificultad que prometía la operación,
Brikary consiguió transportar la silla hasta dónde se encontraba Cantarina. Se
percató que no tenía ni idea de ensillar un caballo. Alzó la vista hacia el
animal. Durante un soplo le pareció que la
yegua la miraba con expresión lastimera.
La apresó una desagradable sensación de cautividad.
Derrotada por el fallido intento,
cuando, totalmente vencida, se dispuso a
cruzar la misma puerta por la que había accedido a las cuadras hacía un
rato, desde el fondo del local una voz sentenció:
- Todo el mundo debería ser capaz de
ensillar su caballo… y todavía más si se trata de una reina.
Aun antes de darse la vuelta sabía que
era Mikael quien hablaba. El valeroso Mikael. Sonrió, y se esforzó enormemente
en dejar de hacerlo antes de girarse hacia él.
- Porque debería aprender a hacer algo
cuando ya tengo quien lo haga para mi?- su cuerpo seguía en la cuadra, pero su
mente ya había subido de un salto sobre Cantarina y cabalgaba sin rumbo…
El
Primero de la Guardia de los Caballeros se dirigió hacia donde estaba el
animal, recogió la silla del suelo, dónde la había dejado Brikary tras el
frustrado intento de colocarla sobre Cantarina.
- Pues veréis mi señora- dijo Mikael
en un tono graciosamente serio sin dejar de colocar las bridas a la
hermosa yegua negra de cabellera dorada – quizás para cuando queráis salir
huyendo, por ejemplo…
- No estoy huyendo, simplemente me
apetece dar un paseo… necesito salir de aquí… debéis comprenderme… yo…
Mikael prendió las riendas de Cantarina
y se las cedió a Brikary que permanecía cabizbaja y algo avergonzada por la situación.
- La esperamos mañana para el desayuno?-
el Primero miró a la joven con severidad a los ojos. La pregunta pareció más
una orden que una duda.
- Por supuesto!- dijo mirándolo
directamente a los ojos al tiempo que recuperaba la usual seguridad que la
caracterizaba. Dejó de ser la muchacha que en ocasiones se apoderaba de ella
para volver a representar el papel de la
reina viuda.
Se acercó a la pequeña banqueta para
ayudarse a subir sobre el bellísimo animal. Montó y salió al galope hacia el
patio.
Mikael permaneció observándola apoyado sobre el marco del maltrecho portón.
Puso sus manos a ambos costados de la
boca, y gritó – Puertas, abrid las puertas!
Las puertas se abrieron al momento.
La Reina del Último Mundo, se detuvo
un instante, si giró hacia el caballero y asintió en señal de agradecimiento.
Sin más, salió del Palacio Real sobre Cantarina << Por fin
libre!>>.
Cabalgó muy rápido, le apetecía sentir
el aire acariciando su aceitunado rostro. Se adentró en el Bosque de las
Flores. El bosque estaba repleto de Raflessias, una especie de flores, que lejos de parecerse al resto de sus
hermanas pequeñas, delicadas y de preciosos colores e aromas, éstas pesaban
como un infante de unas ocho campañas bien alimentado. Sus cinco pétalos eras
carnosos y rugosos. Al pasar por el costado, emitían una especie de humillo de
diferentes colores, precioso a la vista pero de un hedor insoportable. El olor
era tal, que animales del tamaño de lobos, podían quedarse inmovilizados
durante unos instantes atontados por el aroma.
Brikary
adelantaba suficientemente veloz como para no percibir el olor que las
gigantescas flores emitían en su honor. Un fantasmal camino de colores iba
apareciendo a su paso formado por el rastro de polvos que las Raflessias desprendían,
e iba desapareciendo a medida que la amazona y su corcel se alejaban.
Cuando
estuvo más sosegada, aminoró la velocidad.
Había
llegado a Lago Ardor.
Era
un lugar aislado justo en el centro del Bosque de las Flores. El nombre
provenía de la leyenda que explicaba que hubo un rey anterior a la creación de
Guía que acudía a ese mismo lago a mitigar sus ansias de mujeres demasiado
jóvenes. Decían que la pasión era tan fuerte que lo poseía y acababa estrangulando
o golpeando hasta la muerte a sus forzadas amantes. En las profundidades del Lago
Ardor reposaban los pequeños cuerpos abrumados. Recitaban los juglares, que
sólo las féminas podían adentrarse en esas aguas. Si lo hacía un varón, las infantas
almas atormentadas que por allí deambulaban, lo poseerían y lo torturarían hasta
que enloqueciera completamente como desagravio por sus prematuras, injustas y
dolorosas muertes…
Brikary
desmontó a Cantarina. Caminaba lentamente al tiempo que fue deshaciéndose de la
ropa que llevaba puesta hasta quedarse únicamente con una semitransparente camisola
violeta que dejaba más que intuir su delgado cuerpo.
Cuando
llegó al borde de Lago Ardor, no se detuvo. A medida que avanzaba el agua iba
cubriéndole mas y mas, hasta llegarle a la altura de sus pequeños pechos.
La
muchacha se apostó en posición horizontal, flotaba sobre un lecho de agua.
Entornó
los ojos…
Notó
como se le acercaban. Ella no se movió.
La
cercaron. Ella seguía con los ojos cerrados.
Oía
sus voces aniñadas pero fantasmales…
-
Vienes a vernos, vienes a vernos, y nosotras te recibimos…
Quiso
abrir los ojos, pero ya no pudo, quiso moverse, pero no lo logró. Su cuerpo
dejó de pertenecerle. No le quedó más opción que escuchar lo que le decían.
-
Vienes a vernos, vienes a vernos, y nosotras te hablamos… - no sabía
diferenciar si le hablaba una voz, dos, o cientos…
-
Vienes a vernos, vienes a vernos… ella llegará, y querrá ser tu… vienes a
vernos… ella será lo que tú eres… vienes a vernos… los extraños seres llegaran…
vienes a vernos…
Brikary
se relajó completamente mientras recibía las nuevas órdenes.
Ya era hora! Un nuevo personaje, estoy realmente intrigado en ver hacia Donde se dirige todo esto. No nos hagas esperar tanto!
ResponderEliminarXavi
Gracias Xavi
EliminarPrometo no tardar tanto en publicar el próximo, tienes razón.
Un abrazo
Buenísimooooo!!! Me encanta, quiero más!!!
ResponderEliminar