El río bermellón manaba volcán
abajo a una velocidad apabullante, asolando con todo lo que se interponía a su
paso.
Nada antes hizo presagiar lo que
sobrevenía. El estallido se había iniciado repentinamente al caer el último
rayo de sol. Un tenue temblor de suelo fue el primer y último aviso de que algo
acontecía, apenas un instante después todo el paisaje se había tornado bermejo
oscuro.
Ellas estaban inquietas, contemplaban
el espectáculo desde sus torres de Guardia. Atónitas. Hacía unos mil años que no presenciaban algo
así. Recordaban perfectamente la última vez que los volcanes habían desatado su
ira. Por infortunio también recordaban el motivo, y cual había sido el
desenlace en aquel entonces.
Eran cinco, aunque
originariamente habían sido once, las Once de Sgroya. Ahora eran las Cinco
Damas de Sgroya. Aunque se las conocía como las Diosas de los Volcanes, en
realidad no eran diosas sino Mangalas, una
especie de sacerdotisas inmortales. Eran las cinco hijas de la Madre de todo, la
única y auténtica diosa, Sgroya.
Su cometido, como Damas,
consistía en velar por mantener el inestable y delicado equilibrio que existía
entre las dos dimensiones. El Bimundo era el área donde coexistían el Primer y
el Último Mundo. Se trataba de un lugar singular, donde las leyes de la
naturaleza eran imprevisibles la mayoría del tiempo. En él emergían seres que
no existían en ninguna de las dos dimensiones originarias. El tiempo no era del
todo tiempo. El espacio no era del todo espacio.
Las Mangalas seguían presenciando lo que sucedía fuera. Eran hermosas,
su belleza no podía compararse con la de ningún mortal. Cada una de ellas
parecía esculpida sobre algún paraje natural.
Oïdia tenía la piel del color de
la arena del desierto, su cuerpo parecía
formado por sensuales dunas, sus ojos eran de color violeta atardecer. Como
todas las demás, su generosa cabellera estaba formada por hilos de plata que
adoptaban levemente el color del escenario ante el que se encontraba. Ahora,
frente al resurgido Gran Volcán sus cabellos retenían destellos escarlata.
Empezaba a sentirse débil, sabía
que ese era sólo el primer síntoma. Se estremecía sólo con pensar en la posibilidad
de envejecer. Lo detestaba.
Se decía que cuando Sgroya creó a
sus hijas, las dotó con tanta belleza como le fue posible. Cuando las hubo
“esculpido” las destinó hacia el Lago de
Áramar, donde las once Mangalas, pudieron
contemplarse reflejadas sobre las cristalinas aguas de polvo de diamante. Allí mismo
les comunicó que debían escoger, de entre todas sus características humanas
cual deseaban modificar. Cuando percibieron lo bellas que eran, desearon que su
madre les regalara el don de la belleza eterna, puesto que eran inmortales,
querían permanecer siempre hermosas. Sgroya les anunció - Así sea mis hijas, seréis
siempre bellas y cada vez más. Esa es la recompensa con la que yo, la Madre de
todo, os agasajo a cambio de que cumpláis con Vuestro Sentido de Vida. Debéis custodiar
el equilibrio entre estos nuestros mundos, para que puedan coexistir largo
tiempo, como debe ser. De no satisfacer vuestro sino, prescindiréis de aquello
que os ha sido concedido, vuestra belleza. Os debilitareis y envejeceréis
rápidamente, así será hasta que logréis dar con el motivo que ha roto ese
equilibrio y lo restablezcáis. No apuréis demasiado con vuestro deber, pues una
vez traspasada la Línea del Don, no habrá marcha atrás, no podréis recuperar
vuestro aspecto inicial. Si eso sucede volveréis conmigo a la Casa Húmeda y
allí viviréis condenadas a veros reflejadas en el Lago de Áramar, en el que tan
bellas os habíais visto.
Los Juglares del último Mundo y
las Sabias del Primer Mundo, narraban cómo
la Diosa dedicó largo tiempo en instruir a sus Damas. Las canciones y cuentos
describían como las adiestró en el arte de la guerra, en las magias blancas y
también en las no tan blancas, como las convirtió en maestras de la seducción, como
aprendieron a inmiscuirse en las vidas de los mortales sin que estos pudieran
ni siquiera presentirlo.
La Dama Blanca se reunió con
Oidïa en la torre de Guardia de esta. Se dirigió hacia el balcón donde su
hermana seguía postrada con la mirada puesta en el Gran Volcán. Parecía inerte,
no movía ni un solo músculo, sus facciones estaban congeladas, sus ojos se
habían tornado gris niebla…
- Hermana! – Se aproximó hasta quedarse tras
Oïdia y permaneció allí de pie a la espera de cualquier reacción de la Dama de
las Arenas, como se la conocía.
- Él está aquí. En el Bimundo. Ha atravesado el límite. Ha
sido un error. Se cree en posesión de privilegios que nunca le han pertenecido.
No se someterá. Jamás lo hará. Él interfiere en la armonía. Vendrá a por
nosotras. – Sus ojos retomaron el precioso violeta. Se giró hacia Rakala que
seguía allí de pie contemplando a su hermana con sus grandes y rasgados ojos teñidos
de un exquisito verde esmeralda. Sobre su piel blanquecina parpadeaba
tenuemente el reflejo del espectáculo centelleante que seguía ofreciendo el
Gran Volcán. Su cabello tomó un precioso reflejo rojizo.
La Dama Blanca hubiera palidecido
si eso hubiera sido posible para su albeante rostro. Atender a esas palabras
era lo que menos le agradaba hacer. <<Otra vez. Otro mortal con aires de inmortalidad… >>.
- Originario del Último Mundo. –
los ojos de la Dama de las Arenas volvían a ser de color gris niebla. -
Pronto comenzaran las hostilidades. El gentío lo reconocerá en una posición que
no le corresponde por nacimiento. Pero no es el auténtico. El legítimo ha
muerto… - Ahora Oïdia miraba a su hermana fijamente, como si la desafiara con
sus palabras. – Esta vez no puedes fallar Rakala, tu error tuvo un coste
desmesurado la última vez.- Se volvió otra vez hacia el furioso Volcán y
continuó observándolo. Con tono seco y duro añadió - Seis hermanas es un precio
demasiado alto…
Tras un tirante silencio, La Dama
de las Arenas decretó.- Despacha un gorrión con destino al Castillo de la
Protección, dirígelo directamente al Preferente. Escríbele que los Volcanes Helados
han empezado a derretirse de nuevo. Dile
que precisamos disponer de cuántos mas
Guardias mejor. Que nombren apresuradamente a los scrynos. Anúnciale que tenemos visita. Adviértele que se dispongan
para recibir a un nuevo No Elegido.
Molt guai. Et vas millorant cada capitol!!!
ResponderEliminarGràcies. Es fa el que es pot! :)
ResponderEliminarEn serio? Esto es espectacular!
ResponderEliminarGracias! Me alegro que te guste! Un saludo
EliminarMe gusta.
ResponderEliminarIntrigante a la vez que emotiva. Muy bien conceptuada. Engancha
ResponderEliminarUn saludo y estamos en contacto. Me intrigó bastante pero voy a empezar a leer desde su inicio para poder darte un mejor comentario. Este mensaje es a modo de saludo y presentación. Mi blog está abierto para lo que quieras compartir y ya te agrego a mi lista de blog favoritos para estar al tanto de tus novedades.
ResponderEliminarLuis! Muchas gracias por pasarte por aquí, a ver si lees desde el principio y me das una opinión, sería un placer la verdad. Yo me voy pasando por tu blog también, ya veras mis comentarios, me gusta participar en los blogs de los demas igual que me gusta que participen en el mío. Vamos hablando. Un saludo y gracias.
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