soy sgroya


Apareceré repentinamente en la fría ruta de
los caminantes.
Soy quien te mereces que sea, soy la Dama de las Nieves, la Diosa del Volcán, soy el
pecado y la absolución, soy tu destino, soy tu venganza y tu rencor, soy la
feminidad. Soy… Sgroya!!!!


viernes, 22 de junio de 2012

Cap. VIII- las que fueran


No había finalizado el cuarto deutenio de su Prueba de Vida cuando, los por entonces todavía skrynos, habían sido localizados por el Gran Búho Blanco. El mensaje del Preferente radiaba un inquietante tono de apuro. Leo y Kurd iniciaron inmediatamente el viaje de regreso para comparecer en el Castillo de la Protección tal como indicaba el mensaje.

Entre los presentes al Rito de la Magneficiencia, ceremonia celebrada tradicionalmente tras veintiocho deutenios del regreso de los scrynos de su Prueba de Vida, que  los convertiría definitivamente en soldados de la Guardia de los Volcanes, se encontraba el Caballero Frenético. Mote ocurrencia del gracioso Lesyo, el joven scryno encargado de las cuadras. En realidad nadie conocía el nombre ni tampoco la procedencia del misterioso caballero. La capucha, prolongación de la ajada capa que llevaba colocada sobre el resto de su atuendo, cubría casi la totalidad de su castigado rostro. Desprendía un extraño halo, una  inescrutable mezcla entre lo misterioso y lo siniestro. Contaba, en las pocas ocasiones que decidía hablar,  que había perdido su faz junto con la mayoría de sus antiguas creencias. Nadie sabía el significado de sus palabras, pero tampoco se exponían a preguntar. Sus cicatrices,  todavía estaban madurando.

El Caballero Frenético no perdió de vista a Leo.

La ceremonia se inició con la llamada Ofrenda de los Caminados. Los futuros Guardias debían despojarse de todos sus enseres,  las armas que habían ido agenciándose a lo largo de su camino como skrynos, ropajes, presentes recibidos… todo lo material debía ser arrojado a la hoguera que siempre ardía, situada en el patio central del Castillo de la Protección. El porqué se mantenían encendidas perpetuamente las llamas de la hoguera, afirmaba no saber responderlo ni el mismísimo Lord Preferente.

– Recordad!- les había dicho el Preceptor de Narkydia, antiguo arte del dominio de la energía procedente de la Naturaleza- Hay cosas que es mejor no saber, es suficiente con conocer cómo, cuándo  y para qué usarlas...

Una vez despojados de todos sus efectos personales, de acuerdo con el rito, debían hacerlo también de los inmateriales. Era momento pues, de frotar a los Iniciantes  con ramos de hierbas y bañarlos en leche de grujulua.

Las hierbas contenían la virtud de atraer sustancias polutas. Los criterios para seleccionarlas eran varios, pero destacaba el que fueran aromáticas, de ese modo introducirían su fragancia bienhechora al interior del ceremonidado, a la par que expurgaban el mal. El ramo lo confeccionaban con siete especies distintas de hierbas adheridas entre sí con masa de maíz. Tradicionalmente se usaban el romero, el huele de noche, el paraíso, la escobilla, Angélica, espinas de cactus Regius, y hojas de Sauces Mortales. Para purificar el ramo, se ahumaba en los Volcanes.

 El baño en la leche  se consideraba una manera de limpiarse de los posibles espectros que podían ocasionar malestar.

Tras la Ofrenda de los Caminados, se proseguía con el Espejo del Aliento. Mientras los ragolus murmuraban variadas oraciones en la lengua materna de las Diosas, se agasajaba a los scrynos con el Broche de los Tres Minerales, expresaban estos el orden y equilibrio entre las dimensiones y sus portadores. Era además, la insignia de los Soldados Sgroyanos

Una vez finalizada la larga ceremonia, ataviados con los flamantes uniformes de soldados de la Guardia de los Volcanes, camisola y pantalones blancos inmaculados y capa rojo fuego recogida en el centro del pecho por el Broche de los Tres Minerales,  los amigos, visiblemente emocionados se dirigieron a atender la llamada del Preferente.

Les recibió sentado en su silla, justo en el extremo de la mesa ovalada situada en el centro de la Sala en Llamas. La del Preferente, era la única silla diferente de las que rodeaban la mesa. El respaldo era significativamente más alto que el de las demás. Cuando Kurd y Leo se hubieron acercado a la mesa ovalada, el Preferente realizó un sutil  gesto indicándoles que tomaran asiento.

- Soldados de la Guardia de los Volcanes!, Soldados Sgroyanos!, bebed conmigo hijos-  El mayordomo Vigyl les sirvió brebaje del mejor  vino que se conocía, procedente de las cosechas de la Saga Escudo del Último Mundo. Ambos sorbieron un poco de caldo y dejaron la copa sobre la mesa casi al unísono.

 – Habréis notado que hace varios deutenios los volcanes se manifiestan algo agitados…  Las mismísimas Mangalas han solicitado nuestra asistencia. No se conoce con exactitud que está sucediendo, ni qué acontecimientos nos sobrevienen.- Se levantó costosamente, empezaban a pesarle sus casi cuatrocientas campañas desde el día de su primer llanto. Se dirigió hacia el gran lienzo suspendido en la pared central, en él se representaba la zona de los volcanes en absoluta calma. Era precioso, los colores, los trazos…  Absorto en la observación del exquisito mural, con ambas manos entrelazadas en la parte baja de su espalda realizó un largo suspiro y añadió. –Lleváis cuarenta campañas estudiando, ensayando en la lucha, experimentando con  el tiempo, hermanándoos con la naturaleza,… conocéis curas, magias, …  habéis superado la Prueba de Vida. Ha llegado el momento  que salgáis a cumplir con vuestro cometido, aquel por el que fuisteis concebidos.

- Dónde debemos dirigirnos Lord Preferente?- Kurd ansiaba comenzar con su nueva vida como Soldado Sgroyano…



- Cabalgad hacia el Primer Mundo, pues al parecer los insólitos caballeros que merodeaban por el Bimundo han aparecido allí. Eso podría causar problemas de desestabilización entre dimensiones. Ya conocéis las posibles consecuencias… Localizad a los transgresores y traedlos hasta aquí.- Se giró hacia Kurd para culminar -Vuelves al lugar donde tuvo lugar tu primer llanto, pero recuerda, ahora eres un Soldado Sgroyano…

- No temáis Lord Preferente, conozco mi cometido. – Asintió para sí mismo reforzando el gesto con un pequeño gruñido de conformidad…

Kurd tuvo muchas pesadillas durante esa oscuridad. Amaneció jadeante, con taquicardia y absolutamente empapado en sudor. Fue grato descubrir que sólo se había tratado de un mal sueño. En un futuro, no muy lejano,  descubriría que la oscuridad de las horribles pesadillas, en realidad había sido la oscuridad de los sueños premonitorios.

Leo, en cambio, durmió plácidamente. La ceremonia, la celebración, los discursos, juramentos,… lo habían dejado exhausto.

Con el primer destello, los compañeros de hazaña estaban listos para su partida hacia el Primer Mundo.

Recibieron las últimas instrucciones del Preferente cuando ya estaban sobre sus monturas. Caballos fuertes y altos, como bien merecían los Soldados Sgroyanos.

Se disponían a abandonar el Castillo de la Protección por el Porton de las Arenas, que los conduciría directamente al Camino Serpiente, éste se comunicaba, directamente, con la zona Oeste del Primer Mundo.

El Caballero Frenético estaba allí plantado esperándolos. Se detuvieron junto a él y esperaron ante la evidencia que deseaba decirles algo… Levantó levemente su cicatrizante rostro, con voz aguardentosa dijo dirigiéndose a Leo-  Lagartija, cumplid el cometido que se os ha asignado y traedlos. A todos!- No esperó réplica alguna, se giró y se alejó ante la mirada de los Guardianes.

- Uf, realmente asusta el tipo ese… Lagartija? Que significa eso? Bien mirado, si pareces una lagartija!- Kurd sonreía animosamente cuando detectó  como se le había desarticulado el rostro a Leo.

Pasaron casi todo el deutenio sin dirigirse la palabra.

Leo cabalgaba meditabundo.

Kurd decidió darle tiempo para que ordenara sus pensamientos fueran LOS QUE FUERAN…


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